En primera instancia, se podría pensar que los Andes a la altura de Punta Arenas, en Chile, y los Alpes escandinavos, en Suecia, no tienen relación alguna. Pero luego de sembrar diez especies de plantas invasoras en ambos lugares y ver cómo estas proliferaron, esa percepción cambia rotundamente tras un estudio realizado por un grupo internacional de científicos. Esa coincidencia dentro de las diferencias es lo que está utilizando la ecología para entender fenómenos que ahora son globales.
Aunque la ecología comparativa se ha desarrollado durante décadas, la tecnología y la manera global de hacer ciencia han impulsado esta forma de estudios que entrega datos que no se podrían obtener observando un único sitio en particular. «Para enfrentar preguntas complejas sobre la biodiversidad y el funcionamiento de los ecosistemas, necesitamos estudios interhemisféricos que reúnan a investigadores y ecosistemas de todo el mundo», dice Aníbal Pauchard, director del Laboratorio de Invasiones Biológicas, académico de la U. de Concepción y coautor del estudio.